Siglo XXI. El trabajo que no nos espera (Bienvenidos al Mundo Laboral)

En la España de los años 90 era frecuente escuchar a los futuros trabajadores soñar en ser funcionarios o trabajar para la banca, buscar el trabajo para toda la vida. El ir a la universidad era sinónimo de trabajo fijo y de carrera profesional con futuro. Y los obreros u operarios no tenían problemas en encontrar trabajo, fábrica o empresa dónde trabajar. Las mujeres ya calentaban motores para ocupar el sitio que les correspondía en este mundo que las había marginado.
Ahora nuestros adolescentes deben de saberse de memoria el cuento de “Pedro y el Lobo”.
¡Qué viene el lobo! Cuando nos hablan de robots sustituyendo al trabajo humano, no se sabe si hay que sentir temor o esperanza ante la inteligencia artificial. ¡Qué viene el lobo! Ante la degradación laboral, los desajustes entre la oferta y demanda de trabajo, situaciones donde personas sobre-cualificadas ocupan puestos de mucha menor categoría y acumulan contratos que no dan para vivir o no llegan a despuntar y mostrar su valía, cuando trabajadores poco o sin cualificaciones son expulsados y marginados. ¡Qué viene el lobo! ante la precarización y polarización del mercado laboral. ¡Qué viene el lobo! el efecto Messi o Ronaldo está aquí, dónde parece que unos pocos se llevan todo el pastel dejando migajas al resto.
Menos mal que el sentido común general persiste en la idea de que la mayoría de nuestros oficios seguirán existiendo en las próximas décadas aunque parece inevitable que conocerán una profunda transformación. Por ejemplo, la penosidad física en el ámbito laboral retrocederá, las máquinas serán las encargadas de muchas de las tareas difíciles e ingratas. Pero a cambio da la sensación que la carga emocional e psicológica aumentará drásticamente con modelos de organización del trabajo con cadencias muy controladas; tareas con un carácter más repetitivo (ya se ven en países emergentes o en desarrollo el trabajo del clic con los trabajadores que están frente al ordenador todo el día haciendo gestos totalmente repetitivos con un ratón para ordenar la información en Internet); con más control y pérdida de autonomía del trabajador; más estrés y tensión psíquica afectando la salud mental. Habría que estudiar qué efecto tiene sobre el trabajador esta tortura psicológica que sufre el camarero al ser valorado continuamente por los clientes con estrellas o las aplicaciones que marcan al milisegundo el rendimiento de una tarea como los ciclistas o conductores VTC.
Pero es importante no perder el tren del progreso, ya que estas novedades técnicas y tecnológicas son portadoras de esperanzas y creativas con nuevos modos de organización y jerarquización. Permitiendo una jerarquización más horizontal que vertical y fluidez en las relaciones personales. Dejando más autonomía al trabajador permitiendo la existencia varios niveles de tomas de decisiones en vez de orientarlo hacia mayor control y agarrotamiento o parálisis del trabajador.
Por ello es fundamental salir de la atomización y el aislamiento del trabajador y se vuelva a confiar en los intermediarios sociales que han sabido luchar antes de las guerras mundiales; aunque deban previamente encontrar su sitio en el mundo actual. Aprender a gestionar los nuevos retos que ofrece la tecnología (sobre valoración, control..) e identificar claramente si este progreso representa una mejora o un deterioro laboral. Personalmente me indigno contra la empresa cuando veo a un pobre camarero solicitarme que valore su trabajo en una escala de 1 a 5 y no deberíamos aceptar esta herramienta de tortura psicológica. 

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