Campaña contra los plásticos 4 - Y ahora ¿qué hacemos?

de juny 05, 2019

Campaña contra los plásticos 4 - Y ahora ¿qué hacemos?

En las publicaciones anteriores planteamos qué era el plástico y la adicción de nuestra sociedad. Durante la campaña habría mucho de que hablar, los efectos sobre el medioambiente de las macro-micro y nanoparticulas; el comercio del reciclaje y los desperdicios; nuestro cerebro de homo sapien sapien completamente paralizado ante retos de esta envergadura. Pero en este día mundial del medio ambiente preferimos plantearnos la pregunta: Y ahora ¿qué hacemos?
Para empezar es fundamental dejar de mirar a otro lado. No aceptar pasivamente lo que llega y lo que queda por llegar. A lo mejor deberíamos:

Admitir que somos adictos y esta adicción está poniendo en peligro el futuro propio y sobre todo el de nuestros hijos/as. Admitir que padeceremos un síndrome de abstinencia y que puede que no sea fácil pero ponernos cuanto antes manos a la obra.
Aceptar ser parte del cambio y sensibilizarse. Sorprende, ante tantos mensajes alarmantes por parte de distintos ámbitos (científicos, ecologistas, instituciones internacionales…), que los políticos en este periodo electoral casi no hablan de la salud de nuestro planeta. Solo es un tema residual. Sería bueno que nos sensibilicemos y les pidamos que trabajen en dar soluciones. Sin planeta dónde vivir todo lo demás carece de sentido. Educación, desigualdad, economía, pensiones, crisis territorial, impuestos, etc. se tornan en palabras vacías.
Dar un giro. Estábamos a años luz de ser conscientes de lo que estábamos haciendo. Pero ya no se puede mirar a otro lado hay que cambiar porque se ha hecho mucho daño y si no se puede reparar por lo menos frenar en seco las futuras consecuencias. Como con toda adicción, necesitamos actuar con determinación para salir de ello.
Empezar con pequeños objetivos claros, algunos ejemplos:

Desterrar las bolsas de plástico, pajitas, film transparente, vajilla y cubertería de plástico (aun menos las de un solo uso), chicles (sí estamos mascando plástico, exactamente acetato polivinílico), mecheros (mejor cerillas), etc.
Comprometerse a no comprar bebidas en botellas de plástico. Priorizar las que estén en cajas o podamos rellenar en botellas de vidrio.
Ir a la compra con su propia bolsa. Por ejemplo, coger como hábito tener en un bolsillo una bolsa, preferentemente de tela.
Reutilizar envases de vidrio y guardar en ellos los alimentos en vez de envases de plástico estilo Tupperware o si son alimentos para la nevera en un plato tapado con otro encima.
Comprar a granel y llevar los envases.
Revisar nuestro hogar. Ver qué espacio está destinado a las cosas que no usamos. Cuánto espacio familiar (baúles, armarios, habitaciones, trasteros, partes del salón o la cocina…) no se puede acceder porque hay cosas que no se ha utilizado desde hace tiempo, no se está usando y ni se va a usar que nos invade. Cuantos “a lo mejor…” o “por si acaso” encadenan nuestras vidas. Por lo tanto revisar nuestros hábitos de consumo. Plantearse “¿Lo que realmente quiero es esta actitud de “lo veo, lo compro”?”:

Comprar local. Los productos del mercado son estupendos y comprar de temporada.
Es verdad que el agua de Dénia durante los 70 a los 90 era pésima pero ahora no. Usar el agua del grifo que además tiene un control diario y evitar la envasada.

Somos una generación a la que le dijeron que fumar era de guays, usar plástico moderno y comprar compulsivamente era el no va más. Ahora nos toca abrir los ojos y plantearse la relevancia de esta manera de pensar y vivir que además nos produce un placer inmediato pero no la felicidad.

Lo más práctico sería salvar lo que se pueda y luego enfadarse por la erroneidad de estos mensajes. Tuvimos la suerte de nacer en un mundo amable y despreocupado, los problemas estaban lejos, pero ahora nuestros hijos nos necesitan. Se encuentran ante un mundo en estado de emergencia. Hay que tranquilizarles ofreciéndoles alternativas. No podemos dejarles solos ante este enorme reto.