Así será la escuela en 2030
Este artículo de Olga R. Sanmartín para El Mundo del 28.09.2015 es una propuesta que nos ha parecido interesante de compartir.
Siete de cada 10
entrevistados piensan que el rol de los docentes será guiar al estudiante por
su propia vía de conocimiento. Serán facilitadores y orientadores, más que
transmisores del saber. Hasta hace muy poco, eran la única fuente de
información disponible, pero internet lo ha acaparado todo y los alumnos pueden
encontrar en la Red buena parte de lo que se explica en clase. De hecho, el 43%
de los sondeados sostiene que los contenidos online serán la
principal fuente de conocimiento en 2030, incluso por encima del colegio (29%),
del entorno del alumnado (13%) o de las instituciones culturales (3%).
Los sistemas
educativos de todo el mundo sufrirán grandes modificaciones de aquí a 2030
propiciados por la revolución tecnológica. En los próximos 15 años, internet va
a convertir los colegios en «entornos interactivos» que pondrán patas arriba
las formas tradicionales de aprendizaje y cambiarán la manera de ser de
docentes, padres y estudiantes.
En la escuela del
futuro, las clases magistrales desaparecerán y el profesor ya no ejercerá sólo
como transmisor de conocimientos, sino que tendrá como principal misión guiar
al alumno a través de su propio proceso de aprendizaje. El currículo estará
personalizado a la medida de las necesidades de cada estudiante y se valorarán
las habilidades personales y prácticas más que los contenidos académicos.
Internet será la principal fuente del saber, incluso más que el colegio, y el
inglés se consolidará como la lengua global de la enseñanza. La educación será
más cara y durará toda la vida.
A estas conclusiones
han llegado los 645 expertos internacionales entrevistados para una encuesta, a
la que ha tenido acceso EL MUNDO, que define cómo será
la escuela en 2030. El
informe ha sido realizado por la Cumbre Mundial para la Innovación en
Educación (Wise, en inglés), un think tank formado
por 15.000 sabios y promovido por la Fundación Qatar que del 4
al 6 de noviembre se reunirá en Doha para debatir algunas de
estas cuestiones.
El trabajo -en el que
han participado, entre otros, el lingüista Noam Chomsky, la ex
primer ministra australiana Julia Gillard o el profesor Sugata
Mitra- señala que «las escuelas se convertirán en redes» donde los alumnos
interactuarán entre ellos y con el profesor de forma que se produzca un
«aprendizaje colaborativo».
Este periódico ha
preguntado a varios expertos españoles sobre las cuestiones que aborda el
estudio, adaptadas a la realidad de nuestro país, así como otras
transformaciones en los horarios, las relaciones entre los alumnos, la
jerarquía del profesor, las nuevas asignaturas, los deberes o el diseño del
aula:
LOS PROFESORES

«El papel de los
profesores va a ser aún más relevante. Van a tener que mostrar a los alumnos
que hay que ser críticos con la información, que no todo lo que encuentran en internet
es correcto, que deben seleccionar y acudir a las fuentes más fiables»,
dice Ismael Sanz, director del Instituto Nacional de
Evaluación Educativa, dependiente del Ministerio de Educación.
Sanz cree que se
consolidarán metodologías como el flipped classroom, que consiste
en que los chicos preparan por su cuenta las clases y hacen una exposición en
el aula, mientras el profesor realiza una labor de acompañamiento. «Este
sistema permitirá que una parte del trabajo se haga en casa y que cada alumno
siga su ritmo».
«La clase magistral
parece obsoleta. No tiene sentido contar un rollo a 250 estudiantes que no
pueden intervenir si se les puede dar algo grabado. Pero, por otro lado, mucho
de esto se podía hacer ya y no ha pasado. Quizá hay algo que no entendemos
bien», reflexiona Antonio Cabrales, catedrático de Economía de
la University College London y miembro de la Fundación
de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
LOS ALUMNOS
El perfil del
estudiante cambiará en los próximos tres lustros. Será «un alumno con muchas
más posibilidades de acceso a fuentes de conocimiento, con una mentalidad más
universal y menos localista, protagonista indiscutible de su aprendizaje, un
ciudadano global que busca a través del aprendizaje un modo de responder a
alguna necesidad del entorno», según lo define Núria Miró,
directora del colegio Montserrat de Barcelona y una de los
15.000 expertos que forman parte de Wise. El 83% de los consultados
cree que el currículo tendrá más contenidos personalizados a la medida de cada
alumno. Esto tendrá consecuencias en la relación jerárquica con el profesor.
«Se desdibuja claramente la línea que separa quiénes son los que enseñan y
quiénes son los que aprenden», sostiene Miró.
César García, profesor de la Universidad Pública
del Estado de Washington, añade que los estudiantes van a ser «más
exigentes» en cuanto a sus expectativas educativas. «El alumno se convierte en
cliente: invierte un dinero y espera un retorno. Los profesores van a tener que
explicar mucho mejor cómo ponen las notas».
¿Cambiarán también los
horarios? Los expertos españoles coinciden en que la frontera entre el colegio
y el hogar se desdibujará y el aprendizaje no se restringirá a unas horas y a
unos lugares concretos. «El email y otras herramientas de
comunicación se están extendiendo mucho. Ahora los profesores ya tenemos muchas
conversaciones con los alumnos a las 20.00 horas. Esto de que haya clase de
10.00 a 11.50 horas no sé si seguirá», indica García. «Veo más cursos online,
y a deshoras. Más estudiantes van a tener que trabajar y no van a poder ir al
horario convencional. Veremos escuelas que den clases en verano y los fines de
semana».
¿Habrá deberes? «En
algún sentido, si hay un cambio, será a que casi todo sean deberes», responde
Cabrales. El horario será más libre y habrá más tarea individual. «Más que
deberes, hay que suscitar en los alumnos la necesidad de seguir buscando
documentación, de informarse, de compartir conocimientos y de despertarles el
gusto por la investigación», añade Miró.
Todo esto afectará,
sin lugar a dudas, a las relaciones personales entre los alumnos. En opinión de
García, «el concepto de pandilla se ha terminado y los niños son ahora más
solitarios que antes». «Hace 20 años, los críos pasaban más tiempo en la calle,
sin demasiada supervisión. Ahora su vida social es más limitada, están más en
casa, conectados online, y tienen agenda. Sus padres les
llevan a las 17.00 horas a Ajedrez, a las 18.00 a Inglés...
Por eso creo que las relaciones sociales se van a cotizar al alza en la escuela
del futuro».
EL CURRÍCULO
El 76% de los
encuestados cree que las habilidades personales o prácticas serán más valoradas
que los conocimientos académicos. Las llamadas soft skills -como
la capacidad de hablar en público, de trabajar en equipo, de adaptarse a los
imprevistos...- son cada vez más importantes en el entorno profesional, pero
los expertos españoles coinciden en que, por si solas, no suplen una buena
preparación académica. «Aprender a aprender está bien, pero primero hay que
saber de Matemáticas, Ciencias o Historia.
Lo que nos sirve es el conocimiento, porque no se aprende fuera de él»,
indica Carmen Rodríguez, profesora de Didáctica y
Organización Escolar de la Universidad de Málaga. «Se dice
que ésta es la generación mejor preparada, pero los universitarios españoles no
saben lo que es el Barroco y nunca han leído a Cervantes.
Si lo que pretendemos es formar tecnócratas, primarán las habilidades y los
conocimientos quedarán reducidos», afirma Felipe de Vicente,
presidente de la Asociación Nacional de Catedráticos de Instituto (Ancaba).
Francisco López
Rupérez, presidente
del Consejo Escolar del Estado, cree, en este sentido, que, a la
hora de evaluar, y aunque en el ámbito laboral las certificaciones
profesionales adquieran cada vez más valor, «éstas no sustituirán a los títulos
académicos, particularmente a los emitidos por instituciones universitarias de
prestigio».
EL APRENDIZAJE
El 90% de los
encuestados cree que, en este nuevo escenario, el aprendizaje se desarrollará a
lo largo de toda la vida del alumno y que no se limitará sólo a la etapa de
formación obligatoria (entre los seis y los 16 años) y a la universidad. Esto
no significa que la educación vaya a ser gratis. Al revés: el 70% piensa que la
Administración pública va a dejar de ser la principal fuente de financiación.
Aquí los expertos discrepan con la encuesta y recuerdan que España está ya por
encima de la media de la OCDE en el porcentaje de educación
privada. «La educación pública tiene un papel clave en la igualdad de
oportunidades. No entiendo que vaya a desaparecer en ningún caso», señala
Ismael Sanz.
SALAS DIÁFANAS CON ENCHUFES
La encuesta de Wise no
pregunta por ello, pero el diseño de las aulas va a cambiar mucho en los
próximos años, según coinciden los expertos españoles consultados. «La
arquitectura también educa», recuerda Núria Miró, directora del colegio
Montserrat de Barcelona, uno de los primeros en España en poner aulas diáfanas
rodeadas de pequeños despachos que los alumnos ocupan para trabajar en pequeños
grupos. Las mesas y las sillas tienen ruedas para llevarlas de un lado a otro.
César García, profesor de la Universidad Pública del Estado de Washington,
apunta que «ya no tiene sentido que haya una sala de informática con
ordenadores, sino habilitar un espacio cómodo con muchos enchufes para cargar
las tabletas y poner un buen wifi». Todo apunta a que buena parte del trabajo se
desarrollará entre el alumno e internet y, en este sentido, las grandes bases
de datos -el llamado Big
Data- serán unas
herramientas «muy útiles» para los estudiantes, según opina la mayoría de los
consultados para la encuesta Wise. Eso sí, «se hace imprescindible que las nuevas
generaciones aprendan en las aulas a saber interpretar y manipular los datos»,
recuerda Miró. ¿Las ventajas? «Desarrollar el pensamiento computacional y
enseñar programación puede hacerse en el proceso de trabajo de un proyecto en
el que, a la vez, se esté aprendiendo Literatura, Historia o Química». Algunos de los expertos españoles auguran que
llegarán nuevas asignaturas para entender todo esto, al estilo de la de Programación y Diseño de webs que ha implantado este curso la Comunidad de Madrid. El 46% de los encuestados cree que habrá un idioma
global para la educación -el Inglés-, frente al 35% que opina que seguirá la
lengua vernácula o nacional y el 19% que augura que los alumnos aprenderán en
su lengua regional. Francisco López Rupérez, presidente del Consejo Escolar del
Estado, sostiene que la lengua materna «seguirá desempeñando un papel relevante
como vehículo de aprendizaje; eso sí, en un contexto escolar cada vez más
multilingüe, en el que se consolidará el inglés como nueva lingua franca». «Dudo mucho de que se generalice», objeta Antonio
Cabrales, de Fedea, «habrá posiblemente una élite mundial que tendrá un
conocimiento del inglés suficiente, pero para una familia de un nivel educativo
no muy alto esto tiene costes». «En España, con las barreras que hay en la
contratación, ¿cómo vamos a atraer docentes que puedan impartir todas las
clases en inglés?», se pregunta César García.
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